El cutting, también conocido como autolesión, es un comportamiento en el que una persona se hace cortes en la piel de forma intencionada, sin el objetivo inmediato de poner en peligro su vida. En lugar de buscar una finalidad letal, muchas veces las personas que se autolesionan lo hacen para aliviar una tensión emocional muy fuerte o para expresar un dolor interno que les resulta difícil de comunicar de otra manera.
En algunos casos, esta práctica puede volverse adictiva, ya que el alivio que proporciona calma temporalmente la carga emocional que sienten. Para algunos, el cutting es también una forma de pedir ayuda o de expresar un dolor que no pueden verbalizar, como un grito silencioso que busca atención o comprensión de quienes los rodean.
¿Qué implica el cutting y cómo puede detectarse?
La autolesión implica más que un problema de control de impulsos; generalmente está vinculada a una dificultad más profunda de manejo emocional. Las personas que recurren a la autolesión suelen experimentar pensamientos negativos y agresivos de manera constante, sin poder detenerlos. Estos pensamientos, combinados con una incapacidad para manejar la frustración o el dolor emocional, llevan a que estos actos se realicen de manera impulsiva y repetitiva. Así, el cutting es una forma de expresión de estas emociones intensas que resultan difíciles de contener.
Este tipo de autolesión se observa especialmente en la adolescencia, una etapa en la que los jóvenes experimentan muchas emociones y desafíos nuevos. Las autolesiones en adolescentes pueden estar relacionadas con trastornos psiquiátricos como la ansiedad y la depresión, aunque no siempre es así.
En algunos casos, los adolescentes recurren a estas prácticas para liberar tensión cuando enfrentan problemas personales, conflictos familiares o desafíos escolares. En los últimos años, varios estudios han demostrado un incremento en la frecuencia de autolesiones en adolescentes, especialmente en edades entre los 12 y 14 años, una etapa vulnerable en la que los jóvenes buscan formas de manejar el dolor emocional.
Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el año 2021, en México se registraron un total de 1,093,210 fallecimientos durante ese periodo. De esa cifra global, un número considerable de muertes fueron atribuidas a lesiones autoinfligidas, alcanzando las 8,351 víctimas. Para comprender mejor el impacto de este dato, es importante considerar que esta cantidad de muertes por suicidio se traduce en una tasa de 6.5 casos por cada 100,000 habitantes.
Estas autolesiones suelen aparecer en las extremidades, como los brazos o piernas, así como en el abdomen, ya que son áreas relativamente fáciles de cubrir con ropa, lo que permite que muchos mantengan este comportamiento en secreto. A través del dolor físico, los jóvenes intentan enmascarar su dolor emocional, canalizando sus emociones en algo que sienten que pueden controlar. En muchos casos, esta práctica es un intento de escapar del dolor emocional y de encontrar una forma de alivio ante las dificultades que enfrentan en su vida diaria.
Al no encontrar soluciones adecuadas para sus conflictos, estos adolescentes recurren a la autolesión como una salida rápida, buscando de alguna forma aliviar el malestar emocional que sienten.
Es común que aquellos adolescentes que atraviesan trastornos emocionales o problemas de conducta, como episodios de ansiedad o abuso de sustancias , tengan una mayor predisposición a la autolesión, la cual en casos extremos puede evolucionar hasta llegar a intentos suicidas. Además, se ha identificado que experiencias familiares negativas o traumas en la infancia incrementan el riesgo de autolesión en la adolescencia, ya que dejan a los jóvenes con habilidades limitadas para enfrentar el dolor emocional y los conflictos.
El cutting se vincula con la aparición de emociones intensas que resultan abrumadoras y que la persona no puede controlar. Los sentimientos de enojo, estrés, ansiedad y confusión son algunas de las emociones que pueden llevar a una persona a autolesionarse, debido a que estos episodios reflejan una dificultad para hacer frente a las situaciones o para expresar adecuadamente lo que están sintiendo. Esta tensión emocional y física acumulada puede empujar a la persona hacia la autolesión como una forma de intentar calmarse.
Clasificaciones del cutting
Ahora bien, podemos clasificar la conducta del cutting en diferentes tipos según la frecuencia, la motivación y las características de cada caso. Cada tipo refleja una forma particular de afrontar el dolor emocional o situaciones difíciles. A continuación, se describen las principales categorías de autolesión y sus características.
Autolesión recurrente
Se caracteriza por un patrón en el que la persona recurre a la autolesión de manera continua, incluso, llegando a considerarlo como un aspecto de su identidad. Es una conducta que generalmente está relacionada con una acumulación de emociones difíciles de gestionar.
Autolesión ocasional
En este caso, la autolesión no se presenta de manera frecuente, pero surge en momentos puntuales como una forma de liberar tensión. En algunas ocasiones, las personas que se autolesionan de esta forma no reconocen esta conducta como un problema.
Estereotipada
Este tipo de autolesión se asocia con condiciones biológicas o intelectuales, como el autismo o discapacidades del desarrollo. Estos comportamientos pueden incluir golpes, mordidas o rasguños, y suelen estar acompañados por niveles altos de ansiedad.
Severa
Se vincula con trastornos mentales graves, en los que la persona puede tener alucinaciones o ideas delirantes que la llevan a autolesionarse de manera intensa, incluso con un riesgo significativo de daño físico grave.
Compulsiva
Son conductas leves de autolesión que se realizan de manera repetitiva, como tirarse del pelo, pellizcarse o morderse. Aunque el daño físico suele ser menor, estas conductas reflejan un nivel de ansiedad que la persona no logra controlar.
Principales etapas del cutting
Posiblemente ahora se genere la incógnita de qué es lo que pasa con alguien que realiza la autolesión o cómo se llega a esto, por lo cual ahora lo analizaremos en las siguientes etapas:
- Inicio de la tensión emocional y física: la persona se encuentra en una situación emocionalmente difícil, lo que genera un malestar psicológico y fisiológico que se va acumulando.
- Dificultad para expresar emociones: la falta de habilidad para manejar o expresar los sentimientos lleva a que la persona guarde sus emociones, incapaz de comunicarlas de manera saludable. Esto es común entre aquellos con tendencia a la autolesión.
- Acumulación de presión emocional: cuando el dolor emocional no se expresa, la tensión y el sufrimiento van en aumento, causando una fatiga emocional que resulta en un gran malestar.
- Necesidad de frenar el dolor emocional: al no encontrar una manera adecuada de lidiar con el miedo, la ansiedad o la depresión, la persona siente la necesidad de buscar alivio, aunque sea temporal.
- Desconexión y automatismo: a menudo, la persona puede autolesionarse de manera inconsciente o como una respuesta automática a la acumulación de emociones intensas.
- El acto de autolesión: la persona planifica las condiciones en las que se autolesionará, eligiendo cuidadosamente el lugar y controlando la intensidad de la herida para evitar que sea demasiado grave o visible.
- Sensación de calma: después de autolesionarse, la persona puede experimentar una calma temporal al haber liberado parte de su tensión emocional. Esta liberación de tensión permite que puedan reanudar sus actividades de forma aparentemente “normal”.
- Culpa y vergüenza: sin embargo, el alivio es temporal, y al terminar el acto, suelen surgir emociones de culpa y vergüenza, ya que la persona es consciente de que esta conducta no es una forma saludable de lidiar con sus problemas.
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