Una de las escenas más comunes que evocamos cuando hablamos de espejismos es la representación de un desierto en el que visualizamos agua. Este escenario nos permite hacer una analogía con lo que sería el punto de partida de las adicciones; debido a que, cuando se tiene una sustancia de preferencia, la persona tiende a evadir, negar u ocultar la sensación de vacío que experimenta la mayor parte del tiempo.
Este vacío es entendido como esas carencias emocionales o necesidades no cubiertas y/o insatisfechas, donde alberga el estímulo o detonante de consumo. Sin embargo, la persona dependiente a la sustancia generará una tendencia a atribuir características positivas a su sustancia de preferencia, como parte de una formación de una idea distorsionada; en la cual, a través de la razón, ejerce un convencimiento que le otorgue la justificación para progresar en su enfermedad, porque si considera a algo valioso ¿por qué se alejaría de ello?
La distorsión es negar la enfermedad
Es a través de estos pensamientos, ideas o creencias en las que, la distorsión es negar las adicciones y describirla como un aparente recurso, asignándole al efecto de consumo, múltiples beneficios. Como un medio para experimentar cambios rápidos en el estado de ánimo, sensaciones de euforia, exceso de energía, incluso asociarlo con mayor concentración, productividad, creatividad, un despertar de conciencia o conexión con la naturaleza. Es así, como en sentido figurado la persona crea ilusiones en su desierto.
Estos vacíos se viven como una conducta obsesivo – compulsiva, de buscar algo fuera de sí mismo. Donde la sustancia parece ser un medio para ir hacia adelante, no como una orientación al logro, sino, como el impulso voraz que crea de manera inmediata el mismo escenario una y otra vez. Pudiendo percibirse con esfuerzos desesperados para alcanzar el placer inmediato, pero efímero que te convertirá en un eterno insatisfecho.
¿Y tú cómo quieres vivir?
Psi. Jessica Villegas
Terapeuta de postratamiento.