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LO QUE DICES VS LO QUE HACES…

 

Este tema trata especialmente sobre el poder de las acciones ante las palabras, habla del ejemplo y de la importancia de ser congruentes con nuestras ideas, pensamientos y acciones. Se refiere sobre todo a la importancia y al impacto que tienen nuestros actos sobre el aprendizaje de los demás. Una vez escuché la frase que dice que “una acción vale más que mil palabras”, y es entonces donde comprendo que a pesar de ser impecable con lo que decimos y de tener un mensaje convincente, conmovedor, autoritario o motivador, si no va respaldado por actos que refuerzen estas palabras, es un mensaje vacío, no tiene fuerza ni valor.

Se dice que el 80% de la información que ingresa a nuestro cerebro es a través del sentido de la vista, esto me dice que cuando somos pequeños aprendemos más a través de la observación y utilizamos como método la imitación. Cuando se es niño (0-2 años) no tenemos desarrollada aún la capacidad para entender,  ni la capacidad para descifrar las oraciones, los mensajes verbales que nuestros padres nos dan, sin embargo, lo que observamos es algo que llevamos guardado en el recuerdo e inconscientemente dirige nuestros actos. ¿Cómo pedirle a mi hijo que no haga lo que yo sí hago?, ¿cómo pedirle a mi hijo que lleve a cabo ciertas tareas que ni siquiera yo realizo?, o ¿cómo pedirle que se cuide, que se ame y que se respete, si lo que yo hago va totalmente en sentido contrario?  Éste es el poder del acto sobre la palabra.

En la universidad, un maestro de la carrera de Psicología en la materia de Psicoanálisis, nos definía a la Psicología como la ciencia que estudia el impacto del lenguaje sobre los seres humanos, cabe mencionar que dicha definición me agradó bastante a diferencia de las definiciones clásicas que había escuchado con anterioridad, se refería al lenguaje como una forma de conducta y es importante reconocer que en los seres humanos existen dos tipos de comunicación: la Comunicación Verbal y la No Verbal, es decir, lo que hablamos y lo que no hablamos, pero que a través de nuestros gestos, actitudes, posturas y actos, comunicamos al otro, consciente o inconscientemente. Hasta un 70% de los diferentes mensajes que transmitimos son por medio de la comunicación No Verbal, una vez más el poder del acto sobre la palabra, lo cual nos deja claro la importancia del ejemplo y de la acción más allá que de lo que decimos.

Sé que la intención de la mayoría de los padres es educar de la mejor manera a sus hijos para que estos sean personas de bien, seres íntegros y de principios, que logren desarrollar las aptitudes necesarias para triunfar en la vida y poder superar cualquier obstáculo que la misma les presente. Es por eso que llega a mi mente una frase conocida que dice: “las palabras mueven pero el ejemplo arrastra”. En casa normalmente educamos a los hijos, ponemos reglas, damos consejos y los motivamos  constantemente a realizar sus tareas con base en principios y valores también aprendidos, sin embargo, a veces olvidamos que somos lo que hacemos y es ahí donde recae la gran importancia de nuestros actos.

Entendemos por “congruencia” la relación coherente entre varias ideas, acciones y sentimientos, y es sumamente importante ponerla en práctica durante el desarrollo y la educación de nuestros hijos.  Ahora bien, qué sucede cuando hacemos totalmente lo contrario a lo antes explicado como congruencia, qué sucede cuando como padres de familia mentimos a nuestros hijos o cuando pedimos que mientan por nosotros pero les prohibimos mentir por su propia cuenta, cuando los reprendemos si actúan irresponsable e indisciplinadamente pero nosotros no somos ni disciplinados ni responsables. Todos estos dobles mensajes crean confusión, y los padres deben tener en cuenta que sus hijos aprenden más por medio de la observación. Nuestras acciones, nuestra conducta, tiene un impacto mucho mayor en su educación, mucho más allá que las palabras.

¿Cuáles son las consecuencias? Las consecuencias de un comportamiento incongruente durante la educación de nuestros hijos, elimina toda autoridad moral para pedirles que hagan lo contrario, va creando en ellos inseguridad, confusión y rebeldía. Recuerden: la palabra es importante pero  los hechos arrastran.

Si logras identificarte con esas personas que prohíben a sus hijos hacer o decir algunas cosas, pero que por el hecho de ser “mayor” y ser “el padre/la madre” te el das el permiso de hacer o decir lo que prohíbes, si te resulta muy difícil educar con el ejemplo, si estás viviendo de manera incongruente, seguramente estás teniendo problemas en tu relación contigo mismo y con los demás, entonces te recomiendo que busques ayuda profesional, un proceso psicoterapéutico personal y/o familiar, te facilitaría modificar muchas discrepancias en tu vida y obtener o desarrollar mayores recursos para modelar una mejor conducta a tus seres queridos. Un ser humano íntegro y equilibrado es el mejor ejemplo que podemos brindarles.

 

 

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