¿Qué es la Cocaína?

 

La cocaína es un alcaloide con acción anestésica que actúa en el sistema nervioso periférico y estimula el sistema nervioso central. Se obtiene de las hojas de la planta Erithroxylon Coca originaria de Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador, que se cultiva hoy en estos y en otros países del Oeste Sudamericano. Del tratamiento de las hojas de coca desecadas con gasolina o queroseno, bases alcalinas, permanganato potásico y ácido sulfúrico se obtiene la denominada “pasta de coca” de la cual se refinan y preparan las distintas presentaciones que existen en el mercado.

 

¿Qué efectos tiene en mi cuerpo?

1) Euforia y, en ocasiones, disforia.

2) Aumento de la sensación de energía en alerta.

3) Sensación de agudeza mental.

4) Mayor conciencia de las sensaciones sexuales, auditivas, táctiles y visuales.

5) Incremento de la actividad motora y conductas estereotipadas.

6) Anorexia.

7) Incremento de ansiedad y suspicacia.

8) Disminución de la necesidad de sueño.

9) Posibilidad de retrasar la sensación de fatiga.

10) Aumento de la autoestima (grandiosidad).

 

La mayoría de éstos efectos son debido a la estimulación indebida e inadecuada del sistema nervioso. Suelen aparecer en promedio veinte minutos después de su consumo y desvanecen a los 60 minutos. Es indispensable remarcar que los centros nerviosos estimulados son además responsables de estar involucrados en la alta incidencia de infartos cardiacos, pulmonares y cerebrales.

 

Repercusiones Sociales:

Estudios realizados en España revelan que entre 1994 y 2004, el porcentaje de estudiantes de 14 a 18 años que manifestaba haber consumido cocaína en el año anterior a ser encuestados se multiplicó por cuatro, pasando del 1,8% al 7,2%. Además, los consumidores de cocaína se inician a edades muy tempranas, y en un contexto de uso simultáneo de otras sustancias como el cannabis, las drogas de síntesis (drogas de diseño y metanfetaminas) y el alcohol. De otro lado también ha disminuido, especialmente entre el sector más joven de la población, la percepción de riesgo en relación con el consumo de cocaína.

Esta situación de aumento del consumo de sustancias, que además se produce en un contexto de policonsumo, de baja percepción del riesgo por parte de los usuarios, y de consideración de estos consumos por quienes los realizan como parte de una cultura de ocio y diversión que contribuye a la participación e integración social, ha sido y está siendo objeto de estudio y reflexión por parte de distintos investigadores y estudiosos de la materia y salud pública.

Estudios Estadounidenses hicieron hincapié que el consumo de cocaína se daba en todos los estratos sociales y grupos de edad con un claro predominio en los más jóvenes. Con frecuencia, el consumo de cocaína se asociaba al de otras drogas; por ejemplo, en el Epidemiological Catchment Area Study llevado a cabo en población general, el 84% de los dependientes de cocaína lo eran también del alcohol. La cocaína fue también la droga que con más frecuencia causó urgencias médicas durante este periodo (29% de las urgencias por drogas) (SAMHSA, 2004).

 

Estudios Europeos muestran cifras alarmantes que son traducidas en seres humanos:

-La identificación de cocaína entre fallecidos por reacción aguda a drogas pasó del 19,3% de los casos en 1987 al 54,4% en 2002. Dicho porcentaje va en aumento.

-El número de adictos a cocaína que solicitaron tratamiento por vez primera en los dispositivos de atención médica pública pasó de 932 en 1992 a 7.125 en el 2002. Este año las demandas de tratamiento por cocainomanía superaron en número a las de heroinomanía y desde entonces se mantienen a la cabeza.

 

Es indudable que el ritual, el tiempo y el lugar del consumo, las creencias y las expectativas acerca de la cocaína, las consecuencias sociales y físicas, así como la posible conducta delictiva asociada a la adicción a cocaína, están determinados por variables culturales y subculturales que tienen una importancia crítica para el abordaje terapéutico. Suele aceptarse que el consumo actual de la cocaína en nuestro medio es básicamente instrumental y que no se asocia a ninguna subcultura concreta. Los valores del individualismo, el placer o el éxito social (por lo demás bastante extendidos en muchas culturas contemporáneas) se asocian regularmente a una actitud favorable al consumo. Es probable que algunos valores de la cultura occidental limiten la percepción del riesgo de la cocainomanía; por ejemplo, el valor «éxito» que se asocia a la cocaína podría contribuir a que cocainómanos, incluso graves y deteriorados, se sientan «legitimados» en el consumo.

Ésta errónea percepción de éxito y grandiosidad, agudizada por el consumo de otras sustancias que suelen acompañar a la enfermedad que se denomina adicción, así como el deterioro global en la calidad de vida del consumidor y sus familiares, deben de ser atendidos por un equipo multidisciplinario especializado en el tratamiento de adicciones.

 

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