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¿PORQUÉ ES TAN DIFÍCIL FUNCIONAR EN PAREJA?

 

Parte 3


 

TIPOS DE PAREJA  (continuación)

  1. La pareja familiar – Con el propósito de evadir la intimidad, esta pareja pasa todo su tiempo libre (que es mucho) visitando o recibiendo en casa a sus parientes. Aún más, todas las decisiones que toman como pareja deben ser aprobadas por la familia de uno o del otro. Ambos cónyuges evitan hablar acerca de sí mismos y dejan que lo que les sucede a los otros llene cada rincón de sus vidas. Nos recuerdan a Pascal cuando dice: “No se trata de lo que hacemos sino de establecer el porqué lo hacemos. Lo que sucede es que no estamos satisfechos con la vida que llevamos y entonces nos juntamos para vivir un poco la vida de los otros. Esta dependencia es parte de nuestra miseria y deberíamos deshacernos de ello”.   Pascal cree que nos quedamos colgados de la vida de los demás, justamente porque no estamos llegando a ser, lo que deberíamos ser, porque insistimos en ser, lo que no somos.

Su excesiva participación en los asuntos de sus familias les impide vivir sus propias vidas. Dejan escapar sus sueños por esmerarse en cosas que no les atañen.  –“¿Qué tiene de malo que mi hermana no nos haya pagado?” –“No lo compraremos hasta que papá lo vea y lo apruebe”  -“No veo nada de malo en que mi madre cocine para nosotros”  -“Que quede bien claro: donde yo vivo, mi hermana, mi padre y toda mi familia pueden vivir también”.

Abrumados por la familia, los integrantes de la pareja pierden su propia perspectiva. De hecho, algunas veces, sus padres viven con ellos, y aun cuando estos no estén ahí físicamente, están presentes en la relación, especialmente en los momentos de tomar decisiones.  Frecuentemente, la pareja no puede librarse de la influencia de sus familias, porque sienten que deben considerar la opinión de sus padres a riesgo de perderlos para siempre. Por miedo al abandono, necesitan seguir probando que aun tienen un sitio en el hogar de su infancia. Al ser tan dependientes, ninguno de los dos puede crecer: no se han separado de sus padres todavía y, consecuentemente, no están preparados para enfrentar los retos de la vida.

Los hijos de esta pareja crecerán confundidos acerca de lo que significa ser padre, ya que ven a sus padres y a sus abuelos jugando roles semejantes. Como resultado de tener tantos “padres” (otros “padres” son los tíos y tías…), aprenden a manipular estas figuras paternas convirtiéndose en adolescentes malcriados. Al mismo tiempo, con tantos adultos diciéndoles qué hacer, pueden volverse muy rebeldes.  Y al igual que sus padres, pueden crecer sin la autoestima  precisa para vivir su propia vida.

  1. La pareja más pareja – Los componentes de este tipo de unión están muy cerca el uno del otro. Tan cerca, que en su mundo no queda espacio para nadie más. Ni siquiera sus hijos o parientes tienen acceso a ellos. En esta relación la pareja funciona más como tal, que como padres. Por ejemplo, si su hijo se enfermara podrían decir: -“Caray, es viernes, nuestra noche de salida.. Hay que dejarlo con su abuela, ella sabrá cuidarlo”.

Estas parejas tienen un amor egocéntrico y buscan satisfacer sus propias necesidades, dejando hasta sus hijos afuera.  Estos padres toman las decisiones. Deciden cuando es tiempo de tomar vacaciones, seleccionan la ropa, los zapatos para toda la familia, sin tomar en cuenta la opinión de sus hijos. En las decisiones personales, cada uno piensa solamente en lo que el otro podría pensar. Ellos se “piropean” entre ambos, ya que cada cual es una extensión del otro. Habiendo crecido sin suficiente amor o atención, buscan obtenerlo constantemente de su cónyuge, ignorando sus obligaciones y a sus hijos.

Pueden ser los hijos de cualquier otro de los tipos de pareja, ya que son niños que experimentan tan poco amor, que necesitan reafirmarse a sí mismos y que finalmente lo han encontrado al entregarse “en exclusiva” al otro. En esta situación, le toca a los hijos ajustarse ya que ellos son los “forasteros”; el resto de la familia debe hacer lo mismo también.

Los hijos de estas parejas pueden crear un matrimonio semejante al de sus padres, pasando cada momento libre con su cónyuge como una reacción a la inseguridad en su niñez sin amor. En el otro extremo, los descendientes de estas parejas tal vez abandonen a sus esposas y a sus hijos, demostrando ese sentimiento de abandono que todavía traen consigo, aun cuando sus padres estuvieron físicamente presentes en su niñez. Las hijas de estas parejas tienden, por su parte, a embarazarse (casadas o no) muy tempranamente y, como sus hermanos, se van de casa jóvenes.

  1. La pareja salvadora – Este tipo se integra con dos personas involucradas en una conspiración acerca de la omnipotencia: mientras que alguno de ellos permanezca como víctima, el otro podrá alternar entre presumir abnegación y ejercitar su poder ilimitado. El consorte salvador puede darlo todo sin esperar nada a cambio, excepto el sentimiento de ser indispensable. Sin importar lo que suceda, resolverá el problema. El amor del salvador puede conquistar cualquier cosa.

Por ejemplo, si el marido no puede mantener un trabajo estable, una esposa salvadora encontrará la manera de disculpar esta situación. Ella ignorará cualquier problema que la inestabilidad de su esposo cause, debido a que necesita sentirse indispensable para justificar su propia existencia.

Un marido salvador está convencido de que la inestabilidad de su familia y el delicado funcionamiento de su hogar, son el resultado directo de lo que da y ofrece, aún si ha tenido que trabajar 24 hrs. al día para lograrlo. Si las cosas funcionan bien, él trabajará más duro todavía, y la víctima sabrá apreciar cada minuto de su esfuerzo. Superficialmente, las víctimas aparecen en escena como débiles y sumisas, pero en realidad son unos tiranos pasivos, agresivos y silenciosos, quienes para conseguir lo que quieren, manipulan. Este comportamiento nos enfurece, nos confunde y nos duele.

De hecho, si la esposa está frecuentemente enferma, o si es propensa a deprimirse, él se encargará de todo, hasta de curar su depresión. Por lo tanto, las acciones del salvador, lo hacen sentirse justificado e indispensable. Por ello, se necesitan dos para que la manipulación pueda hacer bien su trabajo.

Debido a que en estas parejas los cónyuges se necesitan mucho el uno al otro, tenderán a estar juntos por muchos años, a menos que la víctima empiece a “hacer olas” al mejorar por sí misma.

Los niños de estas parejas heredarán un enorme sentido del deber: estarán siempre haciendo grandes gastos para ayudar a otros, hasta el punto que se olviden de sus propias necesidades. Tal vez elijan convertirse en víctimas, si permanecieron cercanos al padre que toma este papel. En cualquier caso, su relación está basada en servir y ser servido, en lugar de compartir amor y experiencias de manera equitativa.

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