Adicción: ¿debilidad de carácter, malos hábitos o enfermedad?

 

Cuando estamos cerca de alguien que consume alcohol o sustancias, nos podemos llegar a sentir incómodos, enojados, impotentes y hasta frustrados. En ciertas ocasiones nos alejamos o en algunos casos, tratamos de ayudar. A veces evitamos acudir a ciertos eventos en donde sabemos que va a estar “el familiar incómodo” que siempre se pasa de copas, nos preguntamos “¿por qué no puede comportarse y parar de intoxicarse?”

Cuando tratamos de ayudar y desconocemos que le está pasando, lo hacemos en base a recetas heredadas y frases por demás por todos conocidas, como “échale ganas, salte a hacer ejercicio, piensa en tus hijos, etc.”

Por otro lado cuando nos enteramos de alguien cercano que ha sido diagnosticado con una enfermedad como la Diabetes, nuestra mente inmediatamente realiza una asociación sobre su enfermedad y de antemano sabemos que no debe de consumir exceso de azúcares y tomar puntualmente su medicación.

En realidad, una adicción no es distinta a la diabetes ni a la hipertensión. Las adicciones como tal son una enfermedad psiquiátrica, ampliamente descrita en la literatura médica, que al igual que las enfermedades metabólicas anteriormente mencionadas, tiene un tratamiento específico y en muchas ocasiones un origen identificable.

Cuando le explico a un paciente mío el motivo del porqué está atrapado en el consumo de sustancias, siempre uso la analogía del iceberg. Lo que se ve arriba del agua es el consumo, la intoxicación y todo aquello que observamos cuando somos espectadores o consumidores. La verdadera enfermedad que sostiene el consumo y en dónde el equipo terapéutico pone mayor énfasis es en la parte “sumergida” del iceberg, la cual suele ser mucho mayor en tamaño y en masa haciendo analogía a ésta maravilla de la naturaleza.

Es claro que lo primero que tenemos que lograr es la abstinencia, esto es simple y sencillamente dejar de consumir. Una vez en sobriedad, indagamos y estudiamos cual es la razón que llevó al individuo a la adicción.

Ha sido identificado que los trastornos de personalidad, los trastornos afectivos, la genética (herencia), el trastorno por déficit de atención y ciertos estresores medio ambientales son en la mayoría de los casos los precipitantes de la enfermedad llamada adicción.

Usando la analogía de la diabetes a modo comparativo, que quien la padece tiene un mal funcionamiento del páncreas o aumento de resistencias corporales a la insulina, el enfermo adicto tiene un sustrato en la salud mental que lo lleva a la ingesta de alcohol y drogas. Por ende, no es un defecto de carácter ni falta de voluntad, menos una debilidad, es claramente una enfermedad. Poniéndola en números, la principal enfermedad psiquiátrica de México no es la ansiedad ni la depresión, es el alcoholismo.

Conociendo como funciona la enfermedad, algo que únicamente un equipo especializado y multidisciplinario puede hacer, se inicia por la abstinencia, se continúa con manejo psiquiátrico y psicológico con el objetivo de identificar que llevó al individuo a la adicción, para posteriormente integrar al paciente a un modelo psicoterapéutico específico. Es indispensable involucrar en el tratamiento a los familiares, debido a que son el núcleo primario de apoyo y soporte para el enfermo y se convertirán en uno de los ejes relevantes para la recuperación.

Al ser la adicción (alcohol, drogas, juego) una entidad patológica bien establecida, con fundamentos neurobiológicos y múltiples estudios clínicos que avalan su origen en los trastornos arriba descritos, y en algunos casos multifactoriales, el tratamiento es similar, multidisciplinario e individualizado.

 

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